EX HOMBRE

Adriana B. Ortolani, 2021

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  En la entrevista que Sara Supervielle Brouques le hizo a Juan Bautista Leone en su taller de la casa de La Lucila, al contemplar “la cabeza de un borrachín que podría integrar sin desmedro el famoso cuadro de Velázquez”, preguntó:

“-Qué representa?”

  El artista respondió:

“- Un ex hombre, y además, el recuerdo de una hermosa experiencia. Hubo un tiempo en que tampoco nadie creía en mis sueños de escultor. Ni siquiera mis padres. No tenía taller. Prácticamente, tampoco habitación, pues en el cubo donde vivía ya no entraba ni una mirada. Alma y mente también estaban repletas de cosas a medio hacer. Corría el año veintiuno cuando descubrí en la calle Uruguay entre Córdoba y Viamonte –exactamente donde se levanta hoy el Registro Civil- un viejo inquilinato abandonado. No pensé más. Entré e instalé mi taller. La miseria se encargó de proveerme modelos. Aquellos ex hombres que escondían su fracaso en los umbrales y en las recovas aceptaron gustosos una habitación a cambio de algunas horas de pose. Al poco tiempo, cuarenta vagabundos compartían el inquilinato y mis sueños. Recuerdo con emocionada gratitud que en los dos años y medio que duró esa extraña comunidad, siempre me brindaron su fe y no pocas veces arcilla y hasta parte de su magra vitualla” [1]

 

  Máximo Gorki (1868-1936) había publicado “Los ex hombres” en 1897. Aquel inquilinato abandonado del que habla Leone, parece el escenario gorkiano,  germinal de esta cabeza artística. En la obra del ruso, el ruinoso albergue del barrio más bajo de la ciudad, regenteado por Aristid Kuvalda, hospedaba a miserables indigentes. Destinatario de toda inmundicia, aquel refugio fue habitado por un variado conjunto de infelices a los que Kuvalda denominaba “ex hombres”, seres que habían perdido su dignidad.

  También Horacio Quiroga refiere a un ex hombre en “Los desterrados”, de 1926, en un personaje que, despojado de su humanidad llega a la locura.

  Fracaso, abandono, desprecio, indiferencia, complotan para arribar a la pérdida de la condición de hombre. Sin embargo Leone, lejos de ser como Kuvalda, enfoca siempre su mirada compasiva que rescata cualquier resquicio de luz. 

“Un militante sentido cristiano de projimidad, que se le agudiza durante algún tiempo, hace asomar al artista a las vidas truncas, marginales de muchos ex hombres y desocupados, arbitrar recursos a su favor, refugiarlos, protegerlos, cual un Almafuerte redivivo capaz de vivir y cantar con nuevo acento la solidaridad más perfecta con los desheredados” … “Sonríe hoy Leone al recordar aquella aventura de fraternidad universal, y nos menciona todavía, las ‘amistosas colectas’ que aquellos desocupados solían hacer, providentes, para que no le faltara yeso en sus manos” [2]

 

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[1] Supervielle Brouques, Sara. “El Leonardo de Olivos”, Revista El Hogar 28 de marzo de 1958 Año LV Nº 2521

[2] Martelli, S. (7 de octubre de 1954).Un artista argentino JUAN LEONE.Democracia, p.3

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