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CONTEXTO

                                        

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HOMENAJE A PIO COLLIVADINO, EMPLAZADO EN COSTANERA SUR, FRENTE A LA EX ESCUELA SUPERIOR DE BELLAS ARTES DE LA NACIÓN "ERNESTO DE LA CÁRCOVA"

ADRIANA ORTOLANI / FEBRERO 2023

“La libertad, el amor, la compasión, lo que es precioso en el ser humano… ése es su perfume. Su enseñanza es un tesoro para todo aquel que no quiera atraparla o acumularla en el intelecto, ya que es algo que no puede ser aprehendido desde la mente. Es …la vida en la vida”  (Krishnamurti)[1]

 

 

  La producción artística de Juan Bautista Leone se desarrolló especialmente entre 1920 y 1970, iniciando su presentación activa en los salones tempranamente. 

  En las primeras décadas del siglo XX, el escultor más relevante era Rogelio Yrurtia, aunque ya se visibilizaban artistas de la primera vanguardia, como Antonio Sibellino y Pablo Curatella Manes, con recompensas en los Salones de 1918 y 19. En 1924 expusieron en Buenos Aires Emilio Pettoruti y Curatella Manes, y las vanguardias históricas irrumpieron en la escena artística como un faro para jóvenes que experimentaban en Europa las nuevas tendencias y cuestionaban el lenguaje de la formación en las academias. El estudio más concurrido en Francia era por aquel entonces el de André Lothe (Charles Guérin, Antoine Bourdelle, Aristide Maillol y Othon Friesz y los argentinos del Grupo de París siguieron su orientación). Muchos fueron los escultores argentinos formados especialmente en París, y en ellos se ve la conexión con los influyentes maestros August Rodín (como Yrurtia, Arturo Dresco, Pedro Zonza Briano, Luis Falcini y Alberto Lagos) y Antoine Bourdelle (en el caso Alfredo Bigatti). Pero también, en una faceta americanista se manifestaron Sesostris Vitullo, Lorenzo Dominguez Villar (de origen chileno), Nicolás Isidro Bardas, Emilio Andina, Luis Perlotti, el tucumano Juan Carlos Iramain, Gonzalo Leguizamón Pondal y Ernesto Soto Avendaño.  

  Al finalizar la década del 20, los jóvenes de París comenzaron su regreso, y contribuyeron con la renovación artística local. En 1929 el Grupo de París expuso por primera vez en Amigos del Arte. Paralelamente, Artistas del Pueblo, como Agustín Riganelli y Luis Falcini, del grupo de Boedo, concebían el arte como instrumento político, y confrontaban la renovación vanguardista del Grupo de Florida o Grupo Martín Fierro. Fue también tiempo de los grandes monumentalistas, como Alfredo Bigatti, José Fioravanti y el más prolífico en el interior del país: Luis Perlotti.  

  En la década del 30 quedó expuesta la confrontación entre arte puro y arte social; y la disputa del arte y su sentido se visibilizó en publicaciones de la época. Antonio Berni, a partir de 1934, tiene como protagonistas de sus obras a los desocupados, manifestantes y chacareros. Frente a la cultura oficial de Salones y Escuelas de Bellas Artes, prosperaron espacios alternativos de participación cultural. “Casa del Pueblo”, “Sociedad luz”, “Ateneo Literario y Artístico de Flores” y la Biblioteca de la Isla Maciel, entre otros, fueron testimonio de aquella intensa efervescencia.  

  Como parte de un plan de difusión de las artes plásticas hacia el interior de la provincia de Buenos Aires, uniendo la capital provincial con otros centros urbanos de importancia, la Comisión Provincial de Bellas Artes organizó, en 1932, el Salón del Cincuentenario de La Plata que, luego continuó como Salón de Arte de La Plata y, paralelamente (desde 1937 hasta 1966) el Salón de Arte de Buenos Aires. Otros salones fueron en Bahía Blanca, Tandil, Pehuajó y Mar del Plata. Fue en la década del 30 que se realizó la primera exposición de arte abstracto en Argentina. 

  David Alfaro Siqueiros visitó nuestro país, en 1933, y en la quinta del Director del diario Crítica (Natalio Botana), pintó el mural “Ejercicio Plástico” con el Equipo Poligráfico (integrado por Berni, Spilimbergo, Castagnino y Lázaro). Guillermo Facio Hebequer (que integraba el grupo de los “Artistas del Pueblo”) publicó la carpeta de grabados titulada “Tu historia compañero”, trascendente reflejo de su militancia cultural. Fue también en esta década que el Museo Nacional de Bellas Artes abrió sus puertas en un nuevo espacio, sobre Av. Libertador: el edificio de la antigua Casa de Bombas de Obras Sanitarias de la Nación, remodelado por el arquitecto Alejandro Bustillo. 

  Lucio Fontana que había sorprendido por su audacia en el 30, ubicándose entre el expresionismo y la abstracción, en 1934 recibió el consagratorio premio Tantardini en Italia, aunque en la escultura no abandonó el rigor representativo. En 1935 Fioravanti expuso en el Jeu de Paume, en París, una colección de tallas directas en piedra y fue elogiado por la crítica. Al año siguiente ganó el concurso para la realización del Monumento a Simon Bolívar. 

  En 1935, el filósofo espiritual de la India, Krishnamurti llegó a la Argentina y dictó conferencias en la Universidad de La Plata (presentado por el propio Alfredo Palacios), en Rosario y Mendoza. Durante su estadía en Buenos Aires se alojó en San Isidro, en la casa de Victoria Ocampo.

  Por iniciativa socialista se creó el Museo Municipal de Bellas Artes, Artes Aplicadas y Anexo de Artes Comparadas (hoy Museo Sívori). Se nombró al escultor Luis Falcini como organizador y Director del museo, cuya inauguración se concretó en 1938. 

  En 1937, Raquel Forner recibió medalla de oro en la Exposición Internacional de París. La Guerra Civil Española está en la obra de Raquel como un clamor a la conciencia y la reflexión. 

Por esta rica y convulsionada década se crearon nuevas editoriales: Losada (1938) y Sudamericana (1939), entre otras; y José León Pagano publicó la emblemática obra “El Arte de los argentinos”, que constituye el primer compendio biográfico de artistas de Argentina. Este crítico e historiador del arte fue el primero que incluyó en un libro al escultor Juan Bautista Leone con un desarrollo biográfico. 

  En 1938 Benito Quinquela Martín abrió en La Boca el Museo de Artistas Argentinos, compartiendo espacio con la Escuela Pedro de Mendoza. Por otro lado, el Museo Nacional de Bellas Artes enriquecía su acervo con la incorporación de la colección donada por la familia Guerrico. Antes de concluir la década, Argentina participó de las Ferias Internacionales de Nueva York y de San Francisco con el envío de más de 100 obras y el arte argentino se hacía más visible ante los ojos del mundo. Fue el tiempo en el que, tras la sombra de las guerras, muchos artistas europeos emigraron a Nueva York, la ciudad que se convertiría en centro internacional del arte. Según algunas miradas, el despegue del arte argentino se dio en la década del 40; otros vieron en la década del 30, más que atisbos o acciones significativas aisladas: el surgimiento de sólidos referentes, tanto de identidades como de instituciones.

  En el 44 apareció la Revista Arturo que, aunque efímera, un solo número bastó para ser referencia ineludible en el debate sobre la poesía y el arte. Su programa vanguardista, tuvo como uno de sus principales animadores al húngaro Gyula Kosice (Fernando Fallik), portavoz del arte hidráulico, quien fundó en 1946 el Movimiento de Arte Madí. Martín Blaszco (Martín Blaszkowski) conoció a Carmelo Arden Quin, y con él participó en el Grupo Madí desde 1946. Del arte Concreto, Ennio Iommi fue miembro fundador, y su arte se centró en el espacio como forma. El arte argentino trascendió las fronteras nacionales, aunque el movimiento Concreto duró muy poco (fundado en el 44, se disolvió en el 50). Joaquín Torres García propuso desde Montevideo el Universalismo constructivo, y motivó a jóvenes argentinos que se agruparon en Arte Concreto, Arte Madi, Perceptismo, etc. 

  En 1952, el Museo Nacional de Bellas Artes, destinó treinta salas a la exposición “La pintura y escultura argentina de este siglo”, una muestra completísima del panorama artístico local y, un año después, la II Bienal de San Pablo recibió obras de los artistas abstractos más emblemáticos de nuestro país. “Ver y estimar” (1948-55) se había lanzado como revista creada por Jorge Romero Brest con colaboradores. En el 54 se fundó la Asociación Ver y Estimar de la que se desprendió, más tarde, el Premio Ver y Estimar que se desarrolló entre 1960 y 1968.

  En los 50, hubo una aceleración propiciada por el rechazo a la figuración y la representación, y fue el auge de la abstracción y el informalismo. En el 57 se creó el Museo de Arte Moderno en la ciudad de Buenos Aires y un año después el Fondo Nacional de las Artes, con el fin de becar a jóvenes artistas que pudieran profundizar estudios en otros centros de arte. Paralelamente se fundó el Instituto Torcuato Di Tella “para promover el estudio, la creación, la investigación de alto nivel, en lo que hace al desarrollo científico, cultural y artístico del país”[2].​

  En los 60, se realizó la muestra de Arte Destructivo, en la Galería Lirolay y prosperó la Nueva Figuración. El crítico de arte Aldo Pellegrini convocó a artistas concretos y e independientes semi-abstractos y brotaron nuevos grupos como Artistas Modernos de Argentina y Asociación Arte Nuevo, que involucraba a pintores, escultores y fotógrafos no figurativos. El informalismo llegó a su apogeo en el 56, y sirvió para encauzar la necesidad local de romper prejuicios estéticos. Fue Alberto Greco quien dio el puntapié inicial.   

  El despegue del arte argentino en los 60 se dio tanto en el país como en el exterior. Los críticos respaldaron las audaces tendencias. Surgió la Nueva Figuración, el Arte Cinético (en París), y el pop argentino cuyo semillero fue el Di Tella. Era el tiempo de la llegada del hombre a la luna, la construcción del muro de Berlín, y emergieron numerosos movimientos artísticos a nivel mundial, como el minimalismo, el Arte Povera y el Land Art. Sonaban los Beathles y la locura del Rock por todas partes. El Di Tella (fundado en 1958), de frenética actividad creadora, era dirigido por Romero Brest. Su conexión internacional y su apertura a las vanguardias propiciaron el desarrollo de aquel espacio que adquirió un protagonismo central en el arte argentino. Se crearon los Premios Di Tella, destacándose a Luis Felipe Noé (quien después se fue a Nueva York) y la joven Marta Minujin, de 23 años, en los primeros otorgamientos en el plano nacional. Infelizmente, el Di Tella llegó a su final, habiendo tenido una intensidad ardiente. Un referente de personalidad inigualable en el arte argentino es Libero Badii, quien entre 1966-67 comenzó a investigar sobre “lo siniestro, aquello que no se puede razonar, lo oculto revelado, el misterio”; tema que se convirtió en eje de su obra. En 1968 expuso en el Di Tella la serie “Los Muñecos”, que marcó un punto de inflexión en su trayectoria y obtuvo el Gran Premio de la Bienal de San Pablo en 1971.​

  Los 70 se apropiaron del conceptualismo. Emergió el Grupo de los Trece (que luego se llamó Grupo CAYC). Jorge Glusberg, Víctor Grippo, Luis Benedit y Alfredo Portillos fueron algunos de sus exponentes. Esta institución, a lo largo de 25 años, proyectó internacionalmente las vanguardias, especialmente las de Argentina. Como centro de experimentación vanguardista ligó la audacia del arte contemporáneo con el diseño, la arquitectura y las nuevas tecnologías y se lanzó al mundo a través de muestras Arte y cibernética en Londres, Zagreb, San Pablo, Tokyo, París y Reykiavik. 

  En este contexto de época, el escultor Juan Bautista Leone hizo un camino solitario. No integró grupos ni debates plásticos. No adhirió a corrientes. Fue fiel a sí mismo, a lo que siente un ser que indaga en el Conocimiento de la esencia humana. Fue el sentir lo que determinó el abordaje, tanto en tema como en estilo. En su juventud temprana se presentó en el Salón Nacional y su arte fue apreciado como prometedor. No obstante su personalidad reflexiva y abstraída no propició su fama, tampoco la buscaba. Su nombre casi desaparece en la historiografía del arte argentino. Se brindó con apasionamiento a la enseñanza. Generoso transmisor de saberes del oficio, fueron sus clases un espacio de activo de aprendizaje.

  Leone vivió la repercusión de las dos guerras mundiales. La primera cuando era un niño, la segunda en su adultez. Su arte es mensaje profundo, exhorta y clama. No enmudece ante la destrucción de la vida, encumbra la plegaria que pueda despertar en el mundo un cambio de conciencia. 

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[1] Krishnamurti en la cultura argentina, artículo de Alina Diaconú para La Gaceta de Buenos Aires, 25 de octubre de 2020. https://www.lagaceta.com.ar/nota/866146/la-gaceta-literaria/krishnamurti-cultura-argentina.html

[2] María Laura San Martín (1961) Pintura Argentina Contemporánea.

 

Fuentes consultadas:

  • MALOSETTI COSTA, L. VANEGAS CARRASCO, C. PANTE, I y FASCE, P (2018). Doscientos años de escultura argentina. Volumen I. Banco Hipotecario. Buenos Aires, 2018.

  • HERRERA, Ma. José (2014) Cien años de Arte Argentino. Buenos Aires, Argentina: Editorial Biblos-Fundación OSDE.

  • SUASNABAR, G. (2019) De salones e instituciones en el espacio bonaerense. Prácticas artísticas entre La Plata, Mar del Plata y Tandil, 1920-1955. Tesis de Doctorado en Historia, Buenos Aires: Universidad Nacional de San Martín.

  • ORTOLANI, A y CONIGLIO, M (Octubre 2022) "Una década singular en la Escuela Superior de Bellas Artes de la Nación “Ernesto de la Cárcova: 1932-1942”, ponencia en las Jornadas Internacionales “Historias de la educación artística en Latinoamérica (siglos XIX-XX) Instituciones, agentes y archivos. 

  • SHAW, Eduard (coord) (Marzo 1998) Seis décadas de arte argentino. Seminario. Buenos Aires, Argentina: Universidad Torcuato Di Tella.

  • Asociación argentina de Críticos de Arte (s/d) Historia crítica del arte argentino. Buenos aAires:  Telecom Argentina. Buenos Aires, 1995.

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