OFRENDA

Carla Bettino / Diciembre 2022

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  En la década de los sesenta  el grabado también participó de la renovación artístico-cultural desarrollada en nuestro país posicionándose como “nuevo grabado” en relación a la experimentación e innovación que se despliega tanto en la iconografía como en las técnicas que desafían la tradición del medio.  Artistas jóvenes junto a otres ya consagrades participan en estas transformaciones. En aquel contexto de vanguardia podemos destacar que en el ámbito del grabado “hacia 1955 diferentes obras registran síntesis figurativas anticipando los primeros planteos abstractos.” [1]  Por los alcances de este texto no me detendré a describir los cambios suscitados por aquellos días sólo mencionaré a los efectos de tener una perspectiva de estas renovaciones que por ejemplo, Antonio Berni desde 1962 comienza a trabajar sus xilocollages de Juanito Laguna en los cuales además de la utilización de materiales de descarte apela al gran formato. 

  Ahora bien, Rebuffo realiza Ofrenda en este contexto mencionado de renovación  y en relación a las otras obras que componen la donación podemos ver que en este caso hay una marcada síntesis formal en el personaje representado, que se circunscribe casi a un rectángulo. Su contorno está dado por medio de una línea cerrada y esquemática que genera que se recorte y diferencie claramente del fondo totalmente vacío. Hay un gran contraste entre las zonas de los planos negros sin grabar y las líneas surcadas de importante grosor, huellas que afirman el magistral manejo del oficio. En las sombras del rostro las líneas siguen la verticalidad opuesta a la dirección diagonal en que se ubica la cabeza. Como en otras obras también plantea una línea continua entre una de las cejas y la nariz. Nuevamente Rebuffo rescata la materialidad de la madera evidenciando sus vetas en las zonas negras.  En esta obra la fuerza y energía se afirman en el contraste.

  A diferencia de las modificaciones mencionadas respecto de los formatos en la década Rebuffo resuelve esta matriz en un formato más pequeño.

Consagrado en la década anterior a la realización de este grabado en el 5º Salón Nacional de Grabado y Dibujo con su obra “La Cosechadora de Yerbabuena”,  podemos asegurar que pese al abandono de cierta tradición del grabado por parte de otres artistas contemporáneos, el artista se mantuvo fiel a su iconografía renovando sólo algunas resoluciones formales más ligadas a la síntesis. La austeridad del fondo destaca al personaje centrando la atención nuevamente en las manos que en esta oportunidad sostiene su venerada ofrenda.

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[1] Davis, Fernando “Discursos y poéticas del  Nuevo Grabado. La experimentación en el grabado argentino de la década del 60” 2004, p.6.  II Jornadas de Historia del Arte Argentino. La Plata.  Disponible en: http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/39674/Documento_completo.pdf?sequence=1&isAllowed=y